El nombre formal de este nuevo coronavirus es SARS-CoV-2 (previamente se le llamó coronavirus del mercado de Wuhan) y la enfermedad que provoca se denomina COVID-19.
Según la base de datos ViralZone (ViralZone, 2020) el coronavirus SARS-CoV-2 es un virus de cadena positiva de RNA de hebra simple (ssRNA positive strand). Pertenece a la familia Coronaviridae y el género es Betacoronavirus. Siendo biológicamente precisos, SARS-CoV-2 no deja de ser un virus SARS como el surgido en 2002 (OMS). El término corona hace referencia a las estructuras proteicas que rodean la superficie del virus.

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Modelo de SARS-CoV-2

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Los componentes esenciales del SARS-CoV-2 que causa la COVID-19 son proteínas externas que se llaman espículas, la membrana, envoltura viral y proteínas unidas al genoma de RNA (nucleoproteínas). Los genes del virus que más que más cambian son los que codifican a las espículas externas del virus.
¿Qué debemos hacer con el coronavirus?
Teóricamente el SARS-CoV-2 al ser un virus con genoma de RNA debería mutar muy rápido como el virus del SIDA-HIV, sin embargo en el antepasado común de todos los coronavirus hubo un reclutamiento genético donde el virus adquirió una exonucleasa con actividad 3′-5′. Esta exonucleasa 3′-5′ hace que a pesar de que su genoma sea de RNA pueda ser corregido si hay mutaciones y con eso tener los genomas de RNA más grandes que se conocen en los virus. Hay que aclarar que todos los seres vivos tienen genomas de DNA y solo los virus (que no están vivos pero tampoco muertos) pueden tener genomas de DNA y RNA (ver clasificación de Baltimore).